lunes, 7 de junio de 2010

NO ES LO QUE BUSCABA



    No hace mucho tiempo, en un mundo dominado por los anuncios vivían muchas personas infelices, pero cada día al sentarse ante el televisor, un anuncio de bebida de soja les hacía ver que el taichí les llenaría de felicidad como lo indicaba la cara de todas aquellas personas del anuncio que practicaban algunos movimientos que se asemejaban a esta disciplina dirigidos por un oriental con cara de felicidad. Aquellas personas infelices, sabían o al menos intuían que la felicidad no podía dársela la bebida anunciada. Pero ¿y el taichí?
Y se dijeron:
-        Algo tan sencillo y que no necesita esfuerzo, cualquiera puede aprenderlo, y además nos encontraremos mucho mejor.
Y se dedicaron a buscar el establecimiento donde ofertaban aquel maravilloso arte. Buscaron videos donde poder ver a cientos de chinos practicando en plazas y jardines, aquella danza tan suave y tan relajante. Decididamente, era aquello lo que deseaban.
  Esto me recuerda a  la búsqueda del pájaro azul de la felicidad o la  camisa del hombre feliz. Después de un largo recorrido los buscadores se dan cuenta de que el pájaro azul, había estado siempre en su casa y cuando lo cogen con sus manos, el pájaro se les escapa. En cuanto a los buscadores de la camisa del hombre feliz, cuando encuentran a este, resulta que no tenía camisa.
Estos buscadores de las maravillas del taichí, llegan a encontrarlo y su primer contacto los sorprende. En primer lugar les apodera el desconcierto. ¿Cómo es posible que sean tan torpes en algo tan sencillo? Lo que parecía suave, se transforma en dureza en sus músculos y en su mente. La posición hace que trabajen sus piernas y terminen doloridas por el esfuerzo. Y lo que es mucho peor su “ego” termina resentido. Miran a derecha e izquierda y ven a sus compañeros de clase realizar el movimiento con cierta desenvoltura, y algunos hasta con suavidad. Su mente se convierte en el peor enemigo, le recrimina, hurga en la herida abierta.  Aquella primera clase, se convierte en un suplicio. Llega a su casa mucho más estresado que lo que había salido. Aun así se dice:
-        Es la primera clase pero… ¿No será perjudicial para mis rodillas, o para mi espalda?
 Y salen todas sus hipotéticas enfermedades, que ha ido alimentando durante toda su vida. Al día siguiente no acude a la clase, buscándose una excusa que además se la cree. Vuelve después de unos días y la clase sigue siendo un suplicio, su memoria no retiene la secuencia de movimientos. Siguen sus tensiones.
 Al salir de clase, decide no seguir porque tiene “contraindicaciones”  para su salud.
Si alguien les pregunta por el taichí, su contestación es siempre la misma:
-        No es lo que buscaba.
                   LA MONA Y LA NUEZ
    Subió una Mona a un nogal. 
         Y cogiendo una nuez verde,
          en la cáscara la muerde;
          con que la supo muy mal.
         arrojóla el animal,
         y se quedó sin comer.

        Así suele suceder
        a quien su empresa abandona.
       Porque halla, como la mona,
       al principio qué vencer.


(Félix María de Samaniego)

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