sábado, 26 de junio de 2010

EL RITMO EN EL APRENDIZAJE


  El taichí como cualquier otra actividad educativa, lúdica, deportiva etc. discurre paralelo al curso escolar. Tiene su inicio en el mes de octubre y decae sensiblemente durante el periodo estival. Es el momento de recoger los resultados, y es el tiempo en el que los más entusiastas ejercitan lo aprendido al aire libre.
Pero también es el tiempo de los desánimos, de abandonos porque es el momento de que los practicantes noveles, se enfrentan a una actividad sin estar arropados por profesores y compañeros.  Es el momento en que los recuerdos se magnifican e idealizan la forma de interpretar el taichí de aquellos de los que nos enseñaron las secuencias.
  ¿Qué es lo que falla?  En primer lugar el conocimiento de uno mismo, sin pedestales a los que somos tan dados y eso nos hará reconocer nuestro ritmo en el aprendizaje. Todos aceptamos que somos distintos, pero no aceptamos algunos de los aspectos que nos distinguen, por algo tan sencillo y que algunos han sufrido desde niños.  Como lo es la asociación de un aprendizaje lento, con la negación para el aprendizaje. Es lógico si además has tenido que aguantar las comparaciones con hermanos, amigos, vecinos etc. Y que para más inri tienes que ver como los profesores te apartan dejándote arrinconado, volcándose en aquellos que aprenden con más rapidez. Sencillamente, utilizan la fórmula del máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo.
  El taichí, es una disciplina con vida propia y marca en cada uno de nosotros su propio ritmo de aprendizaje, te educa sobre todo en la paciencia como fuente de la calma. A veces llego a pensar, que no elegí yo el taichí, sino que fue este el que me eligió a mí. Tanto a los que poseen un ritmo de aprendizaje alto, como a los que lo tienen bajo, por distintos motivos se les puede presentar el mismo problema. La soberbia, en el primero creyéndose superior, y en el segundo al creerse inferior, la misma soberbia no le permite reconocer esa “limitación”. En ambos casos, si no cambian de actitud, no llegarán a realizar un buen taichí, es posible que realicen buenas técnicas pero les faltará vida. Si algo nos enseña este arte, es humildad, el trabajo en equipo. En una práctica de grupo, cada uno del grupo fortalece a la totalidad, y si uno falla, el grupo falla. “No hay cadena más fuerte que su eslabón más débil”
  Y para los que ven los resultados sin ver el esfuerzo les pongo este epigrama de Moratín.
 Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
"Arte diabólica es",
dijo torciendo el mostacho,
"que para hablar en gabacho,
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal,
y aquí lo parla un muchacho."
- Nicolás Fernández de Moratín

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