miércoles, 17 de marzo de 2010

¿ FILOSOFIA DE VIDA?

… práctica de tai chi,
… meditación,
La clase es una isla protegida del exterior, la música ayuda a dar ritmo al movimiento, la mente se limpia de toda contaminación externa e interna, las tensiones desaparecen. El entorno se acerca a las sensaciones percibidas en un convento de clausura.
Todo muy idílico, pero esa no es la vida cotidiana, es más, yo diría que eso no es practicar tai chi.
¿Qué pasa durante el resto del día?
¿Cómo respondo a las agresiones?
¿Agredo a alguien?
En la época que nos está tocando vivir, nos encontramos con la violencia a flor de piel, sin darnos cuenta a menudo hay alguien que se siente ofendido por lo hacemos y por lo que no hacemos, por lo que decimos o por lo que dejamos de decir, y si me apuras mucho por aquello que creen que pensamos.
Lo primero que aparece es la agresión verbal. Que en la mayoría de ocasiones solo queda en eso, palabras, en un tono más alto de lo normal, pero solo palabras. Palabras que dichas en un tono más alto intentan provocar al interlocutor, para que este llegue al insulto, y de esta manera, el provocador tiene la excusa para pasar a una agresión. Llamémosle de segundo nivel.
He tenido alguno de estos pequeños altercados, y a “posteriori”, siempre se me ha planteado el mismo dilema:
¿Tenía que haberme dado la vuelta e ignorarlo? Tal como he escuchado de personas mucho más sabias que yo.
Nunca he creído que se deba eludir, lo que he llamado “confrontación de primer nivel”, y observar el comportamiento de la otra persona, la razón no se manifiesta a gritos ni con palabras incoherentes. Generalmente se trata de “perros ladradores” que tratan de acercar su cara a la tuya con ojos exaltados, tratando de ver en el agredido el miedo reflejado en la cara. Cada vez que he estado en esta situación, y han sido unas cuantas veces aunque sin ser excesivas, he dejado que ese “hombrecito” interior que cada uno llevamos dentro, vaya dirigiendo la situación. Me doy cuenta de que también he respondido con un tono alto de voz, aunque tratando de que mi contestación fuese coherente, y acabando de forma que el otro encuentre una posible salida, aunque nunca honrosa, que al menos se encuentre un poco ridículo ante la situación.
Si alguien te agrede y se disculpa, puedes sentirte magnánimo y disculpar la agresión, y de esta forma te sientes bien. No existe ese sentimiento cuando el agresor se siente ofendido, puedes hacer que esa “pelea” se desvanezca, y es tu tai chi, pero no encuentras satisfacción en ello, y siempre me queda la misma pregunta:
¿Es esta la filosofía del tai chi?

No hay comentarios: