sábado, 13 de marzo de 2010

TAI CHI. EL PATITO FEO

Mi primero contacto con el tai chi fue hace unos 23 años, lo que recuerdo de aquellos momentos son las sensaciones. Sobre todo sentía cansancio en las piernas. Siete días practicando mañana y tarde apartados del mundanal ruido.
Pero desde entonces “ha llovido mucho” el tai chi, ha ido evolucionando “los locos” de aquel momento hemos pasado a ser “personas normales” y hemos hecho de este arte un producto de venta en farmacia, es decir propio para enfermos, débiles y ancianos, banderín de enganche de todos aquellos practicantes de artes marciales “duras” con el cuerpo lleno de lesiones que no les permiten practicar su arte marcial preferido y lo siguen recordando con nostalgia. Aunque crean que lo han olvidado, nos dicen lo contrario sus posicionamientos y la dureza de de sus movimientos.
Diariamente veo como practicantes de judo, aikido, karate y hasta de kungfu, me miran por encima del hombro sintiendo que su arte es “superior”. Hasta profesores de otras artes marciales y que además imparten clases de tai chi, lo consideran como el familiar pobre. Pregonan la suavidad pero no la comprenden, hacen que la tensión aflore en sus pupilos, pelvis muy cargadas en karatekas, aikidokas que buscan un complemento en máquinas para fortalecer sus músculos.
Pero ¿Como no lo van a desprestigiar los extraños, si no sabemos transmitirlo los de casa? No es la primera vez que oigo que debemos negar la naturaleza marcial cuando alguien que rechaza ese componente se acerca al tai chi. No es posible negar algo que existe y que permite comprender mejor cada uno de sus movimientos, y permitiendo ver la intención que cada movimiento contiene en su interior.
Día a día observo como aquellos que buscan algo en el tai chi, tienen una idea muy limitada del mismo. Buscan algo que les sirva para relajarse parecido al yoga, pero con más movimiento, que además no les suponga mucho esfuerzo, o que les corrija ciertas dolencias. En todos ellos al principio veo la misma expresión, desconcierto. Resulta que la imagen formada no se corresponde con la realidad, se enfrentan al dolor físico de los músculos de las piernas, se dan cuenta de que su coordinación deja mucho que desear, y además tienen que memorizar. A lo largo de los años, hemos desarrollado unos hábitos corporales, bien sea por dolencias, motivos genéticos, etc., y es el momento de corregirlos. Esto resulta una agresión a nuestras costumbres, dirigidas por la mente, iniciándose una verdadera lucha con nosotros mismos. Debemos romper los esquemas mentales, no solo los nuestros, sino también de aquellos que siguen considerando el tai chi como el patito feo de las artes marciales, porque en ese momento verán el cisne que sus prejuicios les impide ver.

No hay comentarios: