sábado, 6 de marzo de 2010

LAS VACAS SAGRADAS

Cuando me acerqué por primera vez al tai chi, pude observar como alrededor de la figura del maestro, merodeaban ciertas personas con la mirada alta que parecía que se habían "tragado un palo", acostumbradas a mirar por encima del hombro al pobre estudiante novato y a todo aquel que no se encontraba a su nivel. Es más, solo dirigían la palabra como haciéndoles un favor a quienes llevaban años en tai chi.
 No dudé ni un momento en denominarles "VACAS SAGRADAS", auténticos "yoes con patas" aduladores de maestros y maltratadores de los pobres "parias novatos".  Esta figura no ha cambiado con el tiempo, allí donde he ido, he seguido viendo a este mismo personaje, emuladores de sus maestros y que no saben aportar nada al tai chi, con el tiempo se dedican a la enseñanza, transmitiendo a sus alumnos las mismas miserias que transportan en sus mochilas, intentando generar gregarios encadenados a su despotismo y no permitiendo que se manifieste la rebeldía propia del artista marcial, la alegría por la vida y la eliminación de traumas. En definitiva propiciar la manifestación de seres libres.
  Se que todo esto viene de la mano del dinero y es muy facil engordar el ego de quien te paga, porque nos aseguramos la percepción constante de ese dinero, asegurando a todo el mundo que puede llegar a ese estatus de vaca sagrada, tan solo necesita un poco de paciencia, y se generan castas en cada uno de los niveles y en todas esas castas existen sus vacas sagradas, manteniendo una estructura piramidal donde cada "maestro" es un auténtico "emperador amarillo"
 Afortunadamente hay otros estudiantes que no pierden su rebeldía, y aunque lleguen a ese estatus equiparable al de "VACA SAGRADA" no escuchan los cantos de sirena, aunque lamentablemente llegan a desencantarse con la actividad y con quienes la rodean, abandonando, podrían haber sido buenos maestros, pero les faltaba ese espíritu marcial.  Los que aguantan, llegan a otro mundo donde encuentran la satisfacción del tai chi, teniendo que pagar a cambio la "moneda del barquero" para entrar en el mundo de los marginados.

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