miércoles, 10 de marzo de 2010

LO QUE SE QUEDA EN EL CAMINO

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
Pedro Calderón de la Barca

Cada vez aparecen nuevas formas que se denominan tradicionales pero que en definitiva solo son unos rimeiks de la forma inicial, a la que han realizado cortes y cosidos, y en algunos casos tan solo la han sujetado con hilvanes, desechando pequeños/grandes detalles que conforman un nudo en el hilo de seda, haciendo que este no sea un buen comunicador entre movimiento y movimiento. Es innegable que existen formas que han sido adaptadas a unas necesidades y se han hecho con sumo cuidado y respeto, pero lamentablemente sus “ensambladores” hace años que fallecieron y ahora está en manos de otros intérpretes que las van modificando según su gusto o su capacidad.
Aquí nos encontramos como con el cuento del elefante que de tanto ser transmitido sin explicaciones, se desvirtúa de tal manera que al final solo quedan gestos y posiciones a las que alguien llama tai chi, pero nos encontramos ante un vulgar placebo, sin intención y sin fuerza, pero eso sí, queda bonito, sirve para reunir personas y pasa a ser un mero acto social, juego la partida de cartas, hago tai chi, o juego a la petanca.
Está claro que tiene efectos beneficiosos, eso si se mantienen las posiciones correctas, pero, ¿hemos parado a cuantificar lo que se ha quedado en el camino?
Siempre he pensado que no existe movimiento inútil en tai chi, los pequeños gestos son las hierbas necesarias para completar el alimento de muchos y que solo se ejecutan con soltura después de mucha práctica y en el momento en que la mente se olvida de otras ataduras.
Aunque no confundamos estos pequeños gestos, con otros “bonitos” pero totalmente inútiles.

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